El fin de los desfiles de moda
- Valentina Danaus
- 25 nov 2022
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Por Valentina Danaus, 22 de octubre del 2020
Por años los expertos de la industria han presagiado el inevitable reinvención del modelo de la alta costura para mantenerse en el negocio ante el crecimiento de la competencia de marcas de la llamada “moda pronta” y los nuevos estándares de producción en masa.
La llegada de la crisis de la COVID- 19 ha vuelto a despertar el debate sobre la erradicación de los desfiles de moda como los conocemos. Un tema que lleva años siendo un punto de discusión entre los grandes nombres de la industria frente a las crecientes acusaciones de ser un exceso de vanidad y un desastre medioambiental.
Teniendo en cuenta los años de tradición y de impacto en la cultura popular gracias a la transformación de estos eventos en verdaderos espectáculos desde la década de los noventa, no es de extrañar que de puertas para fuera el glamour de la tradición se haya intentado mantener con vida. Sin embargo, la llegada de la pandemia puede haber desatado el inicio de ese reinicio radical que la industria lleva evitando por años.
La funcionalidad de los desfiles desde sus orígenes radicaba en que eran un requisito clave para conseguir posibles compradores. La presencia física de potenciales clientes en el lugar de exhibición de las obras era la única manera en la que los diseñadores conseguían realizar ventas y forjar un nombre en la industria.
Al comparar esta funcionalidad de origen con las extravagancias teatrales actuales que se han convertido en estándares de la industria, cabe preguntarse si los shows se han derivado de ser una entrada económica a un gasto innecesario.
Desde el carrusel gótico de Christian Dior en 2010 hasta la acrópolis acuática de Versace en 2020, es justo afirmar que se trata de mucho más que solo ropa. Un desfile de moda actual implica un verdadero espectáculo, que si bien puede ser defendido por su valor artístico en materia económica y medioambiental tiene poco que defender.
Un desfile de moda representa justo los valores contrarios del nuevo panorama digital. La filosofía de la inmediatez que rige el nuevo mundo globalizado ha declarado como obsoleta la necesidad de estar en un sitio para realizar una compra o participar de una actividad. Apostar por este modelo es algo que abre las puertas no solo a la libertad económica de las marcas sino al apoyo de nuevos talentos y modernización de la industria.
En la era del internet la popularidad de una marca está mucho más definida por su capacidad de acceder a los nuevos mercados. Las casas por excelencia de la moda han entendido la necesidad de reinventarse por lo que no es de extrañar ver una fiel colaboración con influencers y una mayor apuesta por campañas completamente digitales que cubrirían el espacio de los desfiles de moda.
Tal y como ha evidenciado la disrupción por la pandemia, la digitalización de los desfiles es una costumbre que apunta hacia al futuro, y que está siendo elegida cada vez más por marcas y asistentes muy por encima de los desfiles reales que lejos de ser una necesidad pasarán a ser una cortesía que muchas marcas simplemente no se podrán permitir servir.

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