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La inmigración no es un debate

  • Foto del escritor: Valentina Danaus
    Valentina Danaus
  • 1 ene 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 5 ene 2023


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Texto por Valentina Danaus, 30 de septiembre de 2020


La inmigración es sin duda uno de los temas más divisorios en el panorama social actual. Convirtiéndose en una de las claves de decisiones políticas y pilares económicos que ha traído consigo el regreso de discursos nacionalistas y ha despertado el velo que cubría la fantasía cosmopolita que alguna vez imaginamos.


Si bien las decisiones sobre cómo abordar el tema del asilo es un punto de contingencia en la política mundial, no debemos olvidar que la esencia del conflicto sobre la inmigración no es de carácter político sino humano, y que entre las líneas de políticas que buscan el orden y la gestión migratoria se esconden años de desigualdad y errores repetidos.


No debería existir duda en el debate moral sobre si hemos de dar o no dar asilo a una población en estado de necesidad. Y sin embargo la realidad a la que nos remitimos para resolver esta cuestión está lejos de la naturaleza simple que debería tener, y en su lugar se remonta a la creencia de que la generosidad de una nación se paga con el sacrificio de su gente.


La insistencia en un mundo de fronteras cerradas ha sido la marca definitiva de la mayoría de conflictos en nuestra historia, y a pesar del nuevo panorama de un mundo aparentemente globalizado ignoramos el hecho de que hemos crecido con una mentalidad que defiende la imposición por encima de la integración, donde intervenir es adecuado cuando es de conveniencia, pero cuando suena a conflicto es asunto de otro.


Los residuos de este pasado de avaricia y poder están claramente presentes en la forma en la que discutimos sobre si los estados son meritorios de ayuda, con la idea de que los refugiados viven la consecuencia de sus propios actos, de sus estados rotos, de su cultura corrupta. Incluso si los mismos aspectos que los descalifican son productos directos de problemas iniciados o potenciados por los países que alguna vez los llamaron amigos.


Como resaltaría “Nosotros” la cinta del 2019 dirigida por Jordan Peele el desapego que sentimos por pueblos ajenos es un presagio de la condena que atraemos para nosotros mismos. Es el momento donde el choque de realidades revela las verdades más profundas de nuestro sistema social; lo único que nos diferencia del hombre pidiendo ayuda en la frontera es cuestión de suerte.


Es por lo tanto crucial para el bienestar común cambiar nuestro discurso en cuanto a la inmigración, entendiéndola no como un problema ajeno o una obra de buena fe, sino como una responsabilidad moral y una señal de liderazgo, la cual determina la diferencia entre el progreso y el desinterés necio, que creyéndose inmune al dolor de su vecino prefiere gozar de sus tiempos de bonanza mientras cultiva desgracia para tiempos futuros.

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